“En ‘La Fortuna’ los héroes son los empleados públicos”. Dice Alejandro Amenábar: “He querido mostrar a gente anónima que, desde las instituciones, luchan por hacer lo correcto”. Este es el origen de esta historia.
Cuando me preguntan por mi vida profesional siempre respondo que llegué a la Función Pública de adulta e incluso diría que llegué a ella de casualidad.
No busqué trabajar en la Comunidad Autónoma, fue la Oficina de Empleo la que me convocó a una selección y, tras varios puestos laborales e interinos, obtuve mi plaza.
Al regresar a Logroño yo tenía vocación, así sin ninguna especificidad. Mi vocación era encontrar trabajo. Y encontré trabajo. Y en el ejercicio de esa tarea, he descubierto mi vocación.
Si tomamos la vocación como un proceso que evoluciona y se desarrolla durante toda la vida y, sobre todo, que se construye de forma permanente, yo he descubierto que es en el ejercicio de mi puesto de trabajo cómo quiero ser y hacia dónde quiero ir profesionalmente y ahí, me siento a gusto.
Hoy puedo decir que tengo vocación de servicio público, aspiro a que mi trabajo se caracterice por la disposición y entrega a mis conciudadanos, por mi compromiso personal y colectivo de contribuir a construir una sociedad más justa, igualitaria y equitativa. Y ese trabajo lo ejerzo con pasión. Esa pasión que es el amor a mi obligación.
“Cumplir con el deber no reviste mayor dificultad, es lo que se exige de nosotras y no tiene más mérito que lavarse las manos cuando están sucias. Lo que cuenta de verdad es el amor al deber. Cuando el amor y el deber sean una misma cosa en usted, estará tocada por la gracia divina y experimentará una dicha que escapa a la comprensión humana”(1).
Trabajar en la Función Pública es un cometido noble, en ocasiones denostado, pero quienes ejercemos esta tarea silente sabemos que contribuimos a mejorar la vida de nuestros vecinos. De nuestra preparación, competencia y, sobre todo, de nuestro amor al deber depende, en buena parte la eficacia de las políticas públicas y el bienestar de los ciudadanos.
Retomo el inicio de esta historia y como en ‘La Fortuna’ pregunto:
– ¿Qué somos?
Os invito a exclamar conmigo:
– ¡Funcionarias!
Una última cosa. La actriz que tan bien interpreta a esa funcionaria oculta en la barahúnda de los AZ es mi prima, la actriz riojana Inma Ochoa.
(1) El velo pintado de Somerset Maugham.
La novela “El velo pintado” comienza con una cita de un poema de P. Shelley: “… el velo pintado al que quienes viven llaman Vida.”