Buscavidas y ganapanes. La vida se hace difícil, pero vivimos (II)
“Nada me ha preparado mejor para orientar que soñar que podemos alcanzar una vida mejor, que aún es posible tener un empleo mejor”. Este `axioma´ que postulaba en la primera historia de Buscavidas y ganapanes sigue vigente aun en la situación de tener un empleo seguro.
A todos los que orientamos nos ha sorprendido el crecimiento de rechazos de puestos de trabajo. “La búsqueda de metas personales, la necesidad de conectar más con las personas queridas, el cansancio, el desapego por los valores de las compañías o la persecución de un propósito más acorde con los ideales individuales se han esgrimido como la causa de esta oleada de renuncias”. (Enlaces 1 y 2)
Analizando esta situación he buscado en mi interior y ¿qué he descubierto?
He descubierto que ha llegado el momento, estoy en “el launch point”.
¡Sorpresa! La talibán del uso del castellano por encima de todos los xenismos también ha caído. ¡Y por partida doble!
Primero por emplear una expresión anglosajona y, en segundo lugar, sucumbo por haber llegado al punto de sentirme estancada y de no avanzar.
Ha llegado el momento de despegar.
Este “punto de lanzamiento” (“launch point” en inglés) significa que he dejado de percibir conscientemente mis posibilidades porque me encuentro quemada y aburrida en mi puesto de trabajo, ahora debo esperar mi oportunidad para lanzarme a otro reto profesional.
¿Cuál ha sido el punto de no retorno? Sospecho que ha sido la desvinculación emocional. (Enlace 3)
Como me conocéis de sobra, sabréis de mi vinculación emocional con la Oficina de Empleo. Hasta ahora he considerado los éxitos del servicio como mis propios triunfos y esto, sin necesidad de que mi empresa se esforzara en establecer conmigo ese vínculo. No puedo reprochar a la Administración que esta estrategia que, en buena parte de los casos, puede denominarse como la ‘Gran Mentira’ se haya visto desenmascarada ahora. Sencillamente fui yo quien me autoengañé y ahora sufro una crisis de motivación profesional que me provoca un profundo desaliento.
Esto que sufro es lo que en la actualidad se llama “Gran Renuncia” un fenómeno social mediante el cual, en Estados Unidos, se empezó a detectar un patrón de comportamiento en empleados de todas las industrias y de diferentes profesiones, que comenzaron a renunciar de manera masiva a sus puestos de trabajo.
Yo prefiero llamarlo “la gran evasión”.
“La gran evasión” es, según dicen, una película paradigma del cine clásico, con alarde de ritmo y de progresión dramática, una obra maestra en la que una ajustada puesta en escena acentúa por igual la esencia aventurera y los elementos claustrofóbicos de la acción. En mi situación actual siento que en mi puesto de trabajo ya he acabado mi papel y que necesito huir y afrontar novedosas aventuras. Quiero aplicar a mi vida laboral las vicisitudes que sufren los protagonistas del film e intentar mi evasión y seguir luchando por mis objetivos o sufrir las consecuencias de mi intento de fuga.
Quizá yo, como Hilts (Steve McQueen) también vuelva al campo y a “la nevera”. Y repetiré la escena del guante de béisbol y su pelota…
Pero esa será ya otra historia.
La historia no es importante, es un recurso para presentar el debate. No dejéis de leer los enlaces adjuntos.